La Princesa de las Pampas.
Entre
1851 y 1852, el gobierno del Restaurador llega a su fin. El corazón de Buenos
Aires es Palermo, donde Juan Manuel de Rosas dirige hasta los deseos de su hija
Manuelita mientras resiste los embates de una oposición cada vez más
organizada. En “La inglesa”, la estancia de los Evans, palpita otro país: el de
la cría de mansas ovejas, el de un corazón unitario que participa secretamente
en la resistencia, el de la convivencia armónica entre criados y patrones, el
de un amor que no puede ser dicho y que deberá, como la patria, tomar otro
destino. Pablo Evans renuncia a sus sueños para sostener la estancia familiar,
pero no renuncia al sueño de luchar por la patria que quiere. A su lado,
Magdalena, una hermosa mulata de ojos claros, criada por los Evans como si
fuera una hija más, enfrentará a los Colorados del Monte, desafiará todas las
convenciones de la época y encontrará, casi por sorpresa, su verdadero amor. En
su travesía, irá develando su verdadero origen
Ojos Color Pampa.
A fines del
siglo XIX, en la Argentina que empezaba a adquirir una forma definitiva, era
infrecuente que una mujer escribiera. Había, desde ya, excepciones. Voces que
se destacaban, a pesar de la insularidad de su producción. Allí están Juana
Manso, Rosa Guerra, Eduarda Mansilla y Juana Manuela Gorriti. A este grupo se
suma ahora la historia de Amelia Saldaña. Amelia Saldaña, hija de una familia
encumbrada que lo pierde todo, quiere ser escritora. Escribir, aquello que los
otros ven solo como una obstinación, es lo que le permite seguir adelante.
Aferrarse a la escritura es su patrimonio. Como parte del espíritu romántico de
su tiempo, la vida de Amelia también será agitada, controvertida, llena de
encrucijadas. En una época llena de dicotomías, nuestra escritora también
encontrará las suyas: la literatura por encargo o la que se desea escribir; el
amor de Alejandro, militar, o el de Juan Ignacio, literato; el silencio del
seudónimo o la propia voz.
mio
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