Error Imprevisto.
El reloj parecía mirarle, impenitente. Andaba justa de tiempo. Tenía
que presentar a su jefe veinticinco informes esa tarde, y todavía no los había
repasado. En circunstancias normales habría dado el trabajo por finalizado el
día anterior, a sabiendas de que todo lo expuesto era correcto. Pero las
circunstancias distaban mucho de ser normales. En breve se iba a despedir a
siete compañeros, y ella debía indicar a su jefe de zona quiénes serían. Era de
los pocos momentos en los que odiaba su trabajo.Isabel había acabado derecho once
años antes, al cumplir los veintitrés. Entró a trabajar en una caja de ahorros
al acabar su aventura americana, seis meses después de licenciarse, y se
sumergió en una carrera meteórica que la lanzó a una dirección tres años
después, tras horas de dedicación exclusiva. Pero un accidente de tráfico le
había dañado irreversiblemente el brazo derecho. Apenas se le notaba en las
actividades cotidianas, pero le impedía pasar más de dos horas frente a un
ordenador.